Page 17 - Cuidemos la VIDA
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5. El pastor de nubes

                  El Guardián del Viento se despereza antes de que el sol se asome detrás de las
                  montañas.

                  Extiende sus brazos hacia el cielo que parece a punto de caerse de tantas y tantas
                  estrellas. Y, mientras da un gran bostezo, llama una a una a sus ovejas.

                  Su amigo el chimango ya lo espera listo para empezar la jornada en la punta más alta
                  del árbol que cuidó su sueño y lo saluda sobrevolando en círculos y animándolo a partir
                  a buscar pastos nuevos para su rebaño.

                  El pastor, el viento y el chimango han sido amigos durante tanto tiempo que es como si
                  fueran uno solo...

                  "Con mi amigo chimango cabalgamos en el viento.
                  El viento me trae noticias de tierras muy lejanas y me lleva a conocer cómo viven las
                  personas en otros lugares...
                  cómo hablan, cómo cantan, cómo bailan en otros pueblos...
                  los pueblos de la arena
                  los pueblos del hielo
                  los pueblos del mar
                  los pueblos de las praderas
                  y los hombres y mujeres de las ciudades...

                  El viento me lleva a jugar a la luz de la luna con las olas, las velas de los barcos, las
                  atrevidas gaviotas y la espuma. Y las tardes de otoño nos zambullimos en el bosque, en
                  un remolino de hojas secas.

                  En el verano, llevamos las semillas de aquí para allá, los panaderos, el aroma de la
                  lluvia y el olor dulce de los duraznos. Y en el desierto, tejemos y destejemos el paisaje
                  como pintores indecisos...

                  Pero hoy decidimos visitar la ciudad y todo es diferente: Las torres no nos dejan ver el
                  Sol. Hay olores raros, ruidos tan violentos, ríos tan sucios...

                  Se nos queda pegado el calor del asfalto, el hollín de las fábricas, y se nos endurece el
                  corazón. El cuerpo me pesa... Me cuesta avanzar... ¡me da tos! ¡me ahogo!!!

                  Por suerte, las risas de los chicos, el canto de alguna fuente, los pájaros de los parques
                  nos regalan su propia canción. Y me ayudan a recordar que soy el Guardián del viento.
                  Que tengo una misión."
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