Page 7 - Cuidemos la VIDA
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2. El llamado
Cuando la Guardiana llegó al bosque, o a lo que quedaba de él, el zorro estaba parado
sobre el tronco de un árbol que habían cortado hace poco, rodeado de otros animales.
-Esto no puede seguir así-le decía el zorro, bastante alterado, a una madre zorrillo que lo
escuchaba abatida mientras sus crías jugaban con lo que parecía una botella de gaseosa.
-Sí; es cierto…-intervino una mulita-; cada vez hay menos lugar para nosotros; cada vez
se hace más difícil conseguir alimento y proteger a nuestras familias… Es como si no
nos vieran o supieran que existimos. O como si no les importara.
-¿Qué podemos hacer? - pregunto la garza-. Las máquinas siguen viniendo y talando los
árboles; arrasan con todo lo que se cruza en su camino.
-Y qué puedo decir yo… -agregó el pájaro carpintero, afligido-; en la última tala se
llevaron mi casa y las de todos mis primos…
-Ya casi no hay luciérnagas, mosquitos o mariposas –se lamentó el sapo-. Tendremos
que mudarnos… pero ¿A dónde?
La Guardiana escuchaba en silencio mientras veía como los conejos, los cuises y una
pareja de armadillos asentían a cada palabra con sus hocicos y olfateaban nerviosos,
buscando en el aire todo lo que habían perdido.
-¡Tenemos que hacer algo! –rugió el puma. Y todos los picos y hocicos se volvieron a la
Guardiana de la Tierra.
-Llamare a los niños. Ya es hora… -decidió la Guardiana. Y empezó a cantar con su voz
dulce y profunda.
El viento escuchó su voz y la llevó colina abajo, a donde estaba el pueblo.
La voz, de una tibieza única, atravesó cada ventana y envolvió el corazón de los chicos
empujándolos suavemente al camino.
De repente se encontraron todos subiendo la colina hasta llegar a donde antes vivía el
bosque…
A la vista de la terrible desolación, comprendieron. Y una chica de las más valientes los
convocó decidida.
-¡Tenemos que lograr que las personas grandes entiendan!
-Habló una chica con energía, mientras acariciaba una liebre que se había refugiado en
su regazo.- ¡No queremos un mundo sin árboles y sin todos ustedes!
-¿Cómo vamos a lograrlo? –preguntó Juan, el hijo del dueño del aserradero. –Mi papá
está convencido de que vender la madera es lo que mantiene al pueblo, da trabajo a